Cuando el enunciado ha sido expresado, el estar al descubierto del ente cobra (225) el modo de ser de lo a la mano dentro del mundo. Ahora bien, en la medida en que en el estar al descubierto, en cuanto es un estar al descubierto de… persiste una relación a algo que está‐ahí, el estar al descubierto (ver‐dad) se convierte a su vez, en una relación que está‐ahí entre entes que están‐ahí (intellectus y res).
El fenómeno existencial del estar al descubierto, fundado en la aperturidad del Dasein, se convierte en una propiedad simplemente presente, que aún lleva consigo un carácter relacional y que en cuanto tal, queda dislocada en una relación entre cosas que están‐ahí. La verdad como aperturidad y como estar vuelto descubridor hacia el ente descubierto, se ha convertido en verdad entendida como concordancia entre entes que están‐ahí dentro del mundo. Con ello queda demostrado el carácter ontológicamente derivado del concepto tradicional de verdad.
Sin embargo, lo que en el orden de las conexiones de fundamentación ontológico‐ existenciales es lo último, pasa óntica y fácticamente por ser lo primero y más inmediato. Pero la necesidad de este factum se funda, a su vez, en el modo de ser del Dasein mismo. Absorbiéndose en los quehaceres de la ocupación, el Dasein se comprende desde lo que comparece dentro del mundo. El estar al descubierto que forma parte del descubrir es algo que, dentro del mundo, encontramos inmediatamente en lo expresado. Pero no es sólo la verdad lo que comparece como algo que está‐ahí, sino que, de un modo general, la comprensión del ser comprende todo ente, en primer lugar, como estando‐ahí. La reflexión ontológica inmediata sobre la “verdad” que primero comparece ónticamente comprende, a su vez, el λόγος (enunciado) como un λόγος τινός (enunciado sobre…, estar al descubierto de…), pero interpreta este fenómeno como algo que está‐ahí y en función de su posible estar‐ahí. Pero, dado que ese estar‐ahí es identificado con el sentido del ser en general, no puede siquiera surgir la pregunta si acaso este modo de ser de la verdad, y la estructura con que ella se presenta en primer lugar, son o no originarios. Es la propia comprensión del ser inmediatamente dominante en el Dasein y todavía hoy no superada de un modo radical y explícito la que encubre el fenómeno originario de la verdad.
Pero, a la vez, no se debe pasar por alto que entre los mismos griegos, que fueron los primeros que desarrollaron en forma científica esta comprensión inmediata del ser e impusieron su dominio, estaba también viva la comprensión originaria aunque preontológica de la verdad, y que ella se hacía valer —por lo menos en Aristóteles— incluso en contra del encubrimiento implícito en su ontología1.
(226) Aristóteles no defendió jamás la tesis de que el “lugar” originario de la verdad sea el juicio. Dice, más bien, que el λόγος es la forma de ser del Dasein que puede ser tanto descubridora como encubridora. Esta doble posibilidad es lo que hay
1 Cf. Eth. Nic. Z y Met. θ 10.
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